domingo, 4 de enero de 2015

Un analgésico para mi alma


Ruego encarecidamente vuestra ayuda. Estoy buscando un analgésico para mi alma, una pastilla que deje mis pensamientos adormecidos, mis sentidos agotados y mi mente fragmentada. Algo para mis lágrimas de azúcar que borran mis mejillas a causa del erosionante desgaste de la frustración, un remedio que momifique la ruina que llevo por dentro y la convierta en polvo para los recuerdos. 

No hay peor precio que el de querer lo que no se puede tener, como si la Ley Kármica te hiciese pagar por todos los pecados que cometiste de forma adulta en otras de tus centenares de millones de vidas pasadas. Intentas estirar tu brazo para tomar las más hermosas estrellas en el firmamento y lo único que consigues es cazar el mismo aire impuro que entra en tus pulmones, pudriéndote por dentro para sumirte en un estado crónico de dependencia. Cuando un ser humano llega a tal bajeza vil, sabe que necesita desesperadamente un antídoto para sus sentimientos ya que estos se ven demasiado irreales e inseguros para seguir con vida. 

Busqué desesperadamente un motivo por el que vivir y morir, pero la real Muerte es cuando sabes que ese motivo no es más que una supernova en el firmamento: primero se hincha y luego procede en un radiante final donde la explosión es una de las fuerzas mayores del Universo. Y de ahí la nada cósmica, el polvo radiactivo, el Todo convertido en la Nada. Los ideales nunca deben perseguirse pues no son más que propias ilusiones de la atormentada mente que lleva eones intentando comprender porque se siente tan sola. Solitud, silente, no hay nada soluble en este estado de la mente porque siempre estarás caminando solo a la deriva sin encontrar el posible calor de otra estrella que apacigüe tu dolor. 

Oí una vez que el Amor era una de las fuerzas más poderosas en esta red de realidad, un movimiento energético que podía mover absolutamente todo a su favor. Con la gran fuerza cósmica todo parecía ser posible hasta la creación de la propia Vida. Pero ahora sé que no: Tumultosos lloriqueos se acumulan, no saben que hacer porque lo único que de verdad amaron se aleja, se aleja, se aleja. Quieren formar parte de un ser, pero ese ser está demasiado lejos de todo lo posible, como un faro en la brumosa oscuridad que anuncia el cambio de costa a la que nunca podrás llegar. Nunca, bajo ningún concepto, podrás llegar hasta él.

Bajo ningún concepto. Podrás luchar hasta que los puños te sangren. Podrás gritar su nombre hasta que las cuerdas vocales se te desgarren. Podrás nadar en los agitados mares de la esperanza hasta que tu boca se ahogue de agua salada, Podrás correr persiguiéndole pero nunca le alcanzarás. Estas en un camino en el que encarecidamente intentas acercarte al objeto de tus sueños y deseos que corre más que tú, como una versión real de la fábula de la liebre y la tortuga. No eres más que la tortuga, lenta y con una fe inamovible, creyendo que los milagros pueden hacerse realidad cuando llegues al castillo allá en el cielo. Pero...¿A caso las tortugas tienen alas? Bueno, las liebres tampoco y aún así llegaron al castillo mucho antes que tú. Te preguntarás porque, la respuesta solo la puedes encontrar dentro de ti mismo.

Andarás en la deriva esperando a un imposible. Tu corazón sangrará por el camino, pero no te preocupes, porque siempre te quedará un analgésico para tu alma con el que todo se hará mucho más llevadero.